La Eternidad, si queremos, puede radicar en nuestros labios y en nuestros ojos, puede jugar inquieta en nuestra piel, puede descansar entre nosotros con cada abrazo, puede ser nuestra amante y nuestro juego, nuestra cama o nuestro hogar, la luz del amanecer o la luna de nocturnos susurros, nuestra lluvia de tibios fluidos...
la eternidad, si queremos, podemos ser nosotros, sólo nosotros...
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