martes, marzo 13, 2007

A veces

A veces conocemos personas a quienes logramos querer,
a veces conocemos personas quienes logramos estimar,
pero a veces conocemos personas a quienes nunca podremos olvidar.

Porque ocuparon tanto pero duraron tan poco,
tanto que recordarlo es como tener un sueño fugaz,
que te lleva al cielo infinito,
que no sabes en dónde empezó ni dónde terminó,
pero sabes que existió...

Porque lo viviste plenamente...

Nada a pecho

Ha pasado más de un año desde que empezamos a engañarnos. ¡Qué tercos hemos sido todo este tiempo!, ¡pensar que aún podíamos comprendernos después de cada discusión, de cada pelea, de cada insulto, de cada golpe! ¡Qué tercos! Después de cada secreto, de cada mentira, de cada engaño. Qué tercos después de tanta súplica, de tanto llanto, de tantos celos, de tanta angustia. Hemos perdido el tiempo, o lo que es igual, no hemos avanzado.

Cada final ha sido diferente. No me acuerdo ya cuántas veces hemos empezado nuevamente después de cada 'final definitivo'. La tranquilidad, emoción y consuelo del regreso sólo cubrían cínicamente la impaciencia, la incomprensión, la desconfianza. Dulces efímeros momentos de felicidad. Dulces sueños forzados y dulces palabras de amor para convencernos de algo que queríamos y no teníamos.

Miradas fijas, abrazos fuertes y deseo desbordante al hacer el amor regalaban a nuestra fantasía sonrisas de hombre conforme y de mujer feliz... pero nunca lo fuimos.

Debimos ser más inteligentes, más honestos. Debimos querernos más y ocultar menos nuestros sentimientos; no hacia nosotros pero a nuestra vida antes de nosotros. A esa vida que no pudimos olvidar, a esos complejos y pasiones cortas que no pudimos dejar de recordar, que no quisimos decir adiós...

Tomará tiempo para saber qué he ganado. Ahora debo hablar sólo por mí, pero sé que he ganado menos de lo que perdí y eso, según yo, no es bueno.

Pero ya basta de resentimiento, de pensamientos negativos, de recordar palabras e imágenes que probablemente nunca se dijeron u ocurrieron como nuestra mente, masoquista algunas veces, nos hace acordar. Basta de seguir estancados en el recuerdo y en el recuerdo de explicaciones que nunca nos satisficieron. Basta de culparnos o pensar que otros nos culpan. Basta de perder más el tiempo, basta de engañarnos pues nosotros sabemos la verdad, basta de ser lo que aun no estamos listos para ser. Basta de tomar las cosas tan a pecho.

Siento mucho haberte hablado así. Te quiero más que la parte en mí que me dice que no es así. Sin embargo, eso no es suficiente.

No te amo... y no lo volveré a hacer...

Adiós... por favor no nos confundamos... por una vez ya estamos de acuerdo.