domingo, mayo 06, 2007

Labios que no besan

Me queda toda una vida para olvidarte pero no sé si será suficiente tiempo. Me queda toda una vida para acostumbrarme a vivir sin ti pero no sé si pueda hacerlo. Porque no basta una vida por delante para dejar atrás mi vida contigo. Ni tampoco hay tanto tiempo en el futuro como para poder olvidarme de lo nuestro. ¿Bastaría la eternidad? Quizás sí, pero tal vez seguiría pensando en ti todo ese tiempo.

Por eso mientras tanto voy a subastar algunas cosas: viejas ideas, frases trilladas, promesas rotas, te quieros falsos, te odios ciertos, suspiros rancios. Y tiraré algunas otras: decenas de minutos desperdiciados, cajas llenas de lamentos, brindis amargos, estúpidos rencores y sueños caducados.

Me queda toda una vida por vivir, es cierto. Pero ahora mismo me siento ser un otro, como una lluvia que no moja, como una llama que no quema, como una playa sin arena, como un pecado sin su pena, como una fecha que no llega, como exiliado en propia tierra. Mis lágrimas se aferran por no salirse de mis ojos, se contienen, se aglomeran hasta nublarme la vista. Y ¿todo para qué? Para no llorar tu ausencia. Mis labios se marchitan, se resecan y se agrietan. No es el sol quien me los quema. No. Simplemente... son tus labios que no besan.

Chicas azules

¿Quién sabe cuáles son las cosas que durarán para siempre? Me harté de perfumes eternos, que se olvidan a los dos segundos y no huelen a nada. Toda una vida de preparativos para aprender a caer de pié… y luego es la suerte la que decide. Necesitamos chicas azules, también el olvido. Nada mejor para cerrar heridas que una chica con la voz en off, que solo sabe decir 'no te quiero'. Yo tampoco la quiero. Otros la besarán, la acariciarán, recorrerán su espalda desnuda y tendrán los pensamientos más impuros con sus ojos, pero yo la ví sonreír, y aunque después de tanta derrota no me puedo considerar un ganador, esta vez vencí. La invité al primer jardín sin flores de la tierra y trajo su mirada envuelta en papel-couché. Debo agradecérselo supongo. Luego nos tumbamos debajo de la mesa de madera podrida, para pudrirnos, pero no lo conseguimos. Yo aquel día hice el capullo, pero ella hizo la mariposa y se fue volando. Sé que no volverá. Todos los que se fueron no volvieron nunca más, y es difícil saber. Extrañamos lo que tuvimos entre las manos y lo que nunca llegó a existir, y sin embargo a mi mismo me echo de más. Me gustaría saber que ven sus ojos cuando no me miran, si al ladrón o al reformado, o si ya simplemente no me ven porque no soy. Alguna vez fuimos, esto es verdad. Pensemos que en todo este año, solo me he enamorado una vez, y que he sido fiel a las ilusiones, como los estúpidos que aún creen en cosas que no suceden. Si alguna vez he hablado de Paola, olvidémosla por unos momentos, y entonces ya no queda año..solo camareras en bares cercanos, y letras amigas en buzones ajenos. Entonces solo queda ella, y una ostensible falta de valor, reforzada por una falta evidente de fuerzas para intentarlo de nuevo, y es que a un corazón en obras, nunca le cuelgan el cartel de 'no hay billetes'. Directamente lo entierran, aunque siga vivo. Tu y yo sabemos, que a este corazón solo le hacía falta un pisotón bien dado, preciso y exacto para matarlo, y lo peor de todo es que lo has conseguido. Coger aire. Más aire. Escapar por un tiempo, o huir..el ansia que algunos tenemos de perdernos en nosotros mismos, y entonces sí, si sabemos salir, volver a compartirnos. Saldremos. Mientras yo espero que alguna chica con ojos love, me diga que estoy intacto y que aún me reconoce me voy a quedar en este exilio de pasaportes caducados, y visados en extinción. Nadie y nada, serán los peajes para coger la autopista a ningún lugar, donde la espero con los brazos abiertos, y el corazón desierto. Si viene le pido que no traiga comida, porque aquí solo vale mirarse, el resto es mentira. Y yo también. Una vez más.

Tabaco. Gaviotas. Fumar. Cosas. Echar de menos. Recuerdos. Árboles.

En verdad, no sabemos nunca si vamos a volver.'todas las veces son la última vez' y yo ahora mismo me siento como diciembre, al final de algo que termina, pero cerca de nuevas cosas que han de suceder. Es importante saber cosas. En verdad, no.