domingo, marzo 09, 2014

Para no perder la esperanza

No recuerdo un invierno tan frío como este desde que te fuiste.
En realidad, no recuerdo otro invierno.
A veces incluso en pleno agosto,
con el sol golpeándome en la nuca
dudo haber salido de él.

Memoria selectiva se llama.
Como si pudieras seleccionar todo aquello que deseas olvidar.
Supongo que en mi caso yo,
debía estar anestesiado o dormido
el día que mis neuronas me hicieron el cuestionario.
De otro modo está claro,
que en el cuadrado que acompañaba  tu nombre
 hubiera marcado olvido con una X gigante.

Y ahora no tendría en la memoria tu boca de viernes,
el olor de tu piel después del baño,
el aroma del baño después de tu piel.
Ni tus manos buscando en el cajón de mis suspiros,
ni mis suspiros buscando tus manos por los cajones.
Tampoco tu sonrisa perfecta los días de lluvia,
ni tu lluvia de sonrisas en los días perfectos.

No recordaría aquel verano,
que la arena era un incendio por tu culpa
que en tu caminar despacio por la orilla
las olas se peleaban por besarte los pies
y aquel subir de marea repentino
para oír que después de un beso
siempre nos quedaba el para siempre.

Sería tan sencillo olvidarte si fuera una elección.
Como elegir el color de las paredes,
o la canción para dormirse,
si este taxi,
aquella chica,
o esa nube.

Y más ahora que emigran
los pájaros perversos de tu tendedero por falta de emociones.
Ahora que nadie sueña con pedirte presupuesto tras las esquinas,
que la niña de tu escote hace preguntas
que silencias con jerseys de cuello alto.

Para ti este invierno también pasará de largo.
Tal vez ni siquiera el frío se atreva
a erizarte la piel sin tu permiso.
No habrá grises que confundas con tristezas
ni truenos que te suenen a mi nombre.

Yo mientras tanto estaré marcando X sobre el escritorio blanco
en otro cualquiera de mis ataques de nostalgia,
invitando a la amnesia a tres copas y un verso,
poniéndole insomnio de nombre
a los hijos que se nos quedaron en promesas.

Y será invierno también cuando termine este invierno.

Pero un día y a eso agarro toda la esperanza
no se cuando, ni me resulta necesario,
el mar volverá a preguntarte por mí
y tú que siempre tuviste claras todas las respuestas
esta vez, no sabrás que contestar.

viernes, marzo 07, 2014

Todo lo que no soy, es todo lo que no hicimos

La verdad es que de todas las cosas que no he hecho,
solo me pesan las que no hice contigo.

Pero tú sabías,
que el amor que nunca acaba en nada
es aquel que no se da del todo.
Torciste la esquina,
doblaste un edificio
y te tragó la calle.

- Si no me voy, nunca me echarás de menos.
Eso dijiste.
Y aún no has vuelto.

Y pesa.

lunes, marzo 03, 2014

Del aislamiento y otras cosas

Podrías pensar que tengo razones suficientes
para querer follarte,
que la amabilidad de mis palabras,
es el disfraz atípico de lo perverso.

Imaginar también que este ímpetu en subirte la autoestima,
conlleva consigo el deseo de querer bajarte las bragas.

Puedes sospechar incluso que contigo mi lengua
se está moviendo siempre en el lugar equivocado.

Que al fin y al cabo soy un hombre.
(Esa maldita etiqueta)
Y tú eres tan bonita que todavía no me creo
que no haya una ciudad a tu nombre.
Que cada vez que descruzas las piernas sube la marea
y hay un naufragio del que no quiero salvarme.
Y tienes esa pose imperfecta,
entre la ingenuidad y el descaro,
entre lo cotidiano y lo irreal
que consigue hacer terrible
todo aquello que está lejos de ti.

Puedes tener el total convencimiento,
de que cada adjetivo lleva implícito una miga de pan
para no perder el camino hacía tu boca,
que cada verbo es una pista de hielo
para hacer que resbales lentamente
y tu caída y mi mano,
parezcan una más de nuestras casualidades.

Suponer tal vez que es estrategia,
una táctica ya usada en otros muslos,
donde yo echo de menos no encontrarme
y tu has dejado de buscarte por si me hallas.

Intuir también que estas manos escriben
porque no pueden tocarte
y tu no quieres tocarme
para que siga escribiendo.

Puedes pensar y estás en tu derecho
de que solo quiero follarte.

Pero a veces la verdad es mucho más simple
y a pesar de este alrededor que me rodea,
de este ir y venir de gente conocida,
de una sonrisa aquí,
de una copa allá,
del abrazo del "amigo",
o de esas bocas que no saben ni que existes,
tu sigues siendo todavía el único modo que conozco
de no sentirme solo.