lunes, octubre 30, 2006

Yo, pecador

Te van a desaparecer José García, no debiste haberte metido con la Iglesia Católica.

Sabes que andan diciendo que eres guerrillero de la gente de Cabañas, ¡¡eso es muy serio!!

El sargento escupió con desprecio la cara de José. Mientras el gargajo resbalaba por el rostro del detenido, los demás soldados se carcajeaban y hacían bromas.

El camión militar que transportaba a José García desde Chilapa a Chilpancingo Guerrero se detuvo bruscamente. Los cuatro soldados y el sargento fueron hallados muertos por la tarde ese día, metidos entre la floresta.

Dicen que José García se fue a Estados Unidos y no se ha sabido mucho de él desde entonces. Por fuentes muy confiables me he enterado que José nació en Nayarit, estudió la normal rural y se graduó en San Marcos Zac. en 1986. El día que lo aprehendieron en Chilapa fue por una tontería. Estaba admirando esa gran Iglesia en el centro de la ciudad, ésa con el ángel en la cúspide... enorme templo. Su error fue meterse al templo y escuchar cosas que no le parecieron bien.

Un sacerdote regañando un pobre indígena porque no depositó el diezmo obligatorio. Así decía un gran anuncio en la entrada del templo… 'DIEZMO OBLIGATORIO.' El sacerdote apuntaba el letrero y seguía regañando al pobre indígena. Según cuenta la gente que escuchó... ésta fue la fina conversación entre el sacerdote y José.

-Oiga padre con una chingada, ¿que no ve que no saben leer?

-¡¡Más respeto en la casa de Dios!!

-Con todo respeto, padre... No jodan esta pobre gente… que no ha mirado cómo viven.

-Hijo, moriremos y ¿qué nos llevaremos?

-Eso mismo le pregunto padre y ¿sabe que?, ya me está dando coraje su cinismo. Estoy viendo cómo se ha enriquecido la iglesia y cómo ha construido tantos templos como éste.

-No debes juzgar hijo y además, qué te importa a ti, lárgate de mi iglesia.

-Claro que me voy, pero antes de dejarle mi diezmo... dígame qué edad tiene.

-Treinta y tres años, la edad del Cristo. Ah, y no quiero tu diezmo, sólo lárgate y no alborotes la indiada, de seguro eres de esos maestritos comunistas.

-Mi diezmo es para Dios padrecito, pero ud. lo va recibir.

Dicen que José le dio la madriza de su vida al curita ese y lo dejo inconsciente y en un charco de sangre. La gente se asustó mucho, pues nunca se había visto eso ahí en una iglesia. José apenas iba subiendo al colectivo cuando ya lo había rodeado la judicial, y enseguida pasó al cuartel. Algo quedó de bueno de todo eso. En la iglesia quitaron el cartel de 'DIEZMO OBLIGATORIO'... no vaya aparecer otro José García preocupado por darles su diezmo en forma tan efusiva.

José García tal parece que está peleado con Dios. Cuando entrevistaron a su hermano mayor contó una anécdota por demás interesante. Cuando la familia vivía en un pueblito de Nayarit, una tarde José, que apenas tenía seis años de edad fue descubierto destrozando un crucifijo con una piedra.

El hermano aterrado corrió a llamar a la madre...

-Córrele ma' que el José está matando a Dios.

-¿Pero qué dices escuincle, cómo está eso..?

-Que el José está matando a Dios con una piedra y ya pasó alguien a avisarle al padre Eduardo.

El padre llegó corriendo sólo para atestiguar incrédulo la carnicería de José contra el salvador del mundo.

El niño iracundo con una mano sujetando el crucifijo sobre una roca y con la otra armado con terrible piedra repartía golpes a un abollado y semidestrozado Cristo.

-Y éste... porque no tengo a mi papá... (golpe)

-Y éste... porque no tengo zapatos... (golpe)

-Y éste... porque mi ma' no tiene dinero... (golpe)

-Y éste... porque sólo tengo una camisa y muchos tienen más... (golpe)

-Y éste... porque tengo mucha hambre... (golpe)

-Y éste...para que te mueras y no nos hagas más mal.

El cura declaró que el niño estaba endemoniado, que sólo así se explicaba que a tan temprana edad fuera capaz de tal acto. José no se escapó de tremendas cachetadas que le dio el cura y el cura no escapó a una amenaza que se cumplió diez años después. Un día antes de dejar el pueblo cuentan que José fue a la casa donde se quedaba el cura y lo abofeteó en plena calle, recordándole la promesa que le hizo de niño, diez años atrás.

Cuentan además que José alteraba el 'Yo, pecador' a su manera, cosa increíble en un niño de seis años.

Yo, pecador que no tengo padre.

Yo, pecador que no tengo zapatos.

Yo, pecador que tengo mucha hambre.

Es remarcable, aún así, que ningún niño de ese pueblo terminó siquiera la enseñanza secundaria. En cambio José fue el único profesionista salido de esos lugares olvidados.