No cabe duda de que Dios es grande,
pues hizo una obra de arte
en un lienzo de piel
llamada: Tú.
Poniendo en ella toda belleza que podía encontrar.
Puso el brillo de las estrellas en tus ojos,
puso en tu voz el hermoso canto de un ave,
y de las rosas puso el rojo en tus labios,
y en tu piel la suavidad de sus pétalos.
Puso en tu pecho un corazón de oro,
y tu alma la hizo de cristal, hermosa, pero frágil.
Tu carácter tan fuerte como el diamante,
tu caminar como el dulce movimiento
de una bella pluma en el aire.
Si he de decir alguna vez
que hay una palabra
que represente todas estas bellezas,
diré que esa palabra es: Tú.
Porque tú, y sólo tú... eres así de hermosa,
porque tú, y sólo tú... lo mereces,
porque tú, y sólo tú... haces que todo lo demás brille,
porque tú, y sólo tú... eres la dueña de mi corazón.
Te Amo.
lunes, noviembre 26, 2007
viernes, noviembre 23, 2007
Amor
Amor, ¿sabes? Sentir tu cuerpo desnudo junto al mío, fue el premio más grande que me dio la vida por amarte. Mis manos paseándose palmo a palmo sobre tu piel perfumada, descubriendo la enorme grandeza del amor. Y la maravilla de tu rostro al ascender a la cima del amor.
¡Ah! Qué maravilla ver tu rostro en ese preciso instante y después sentir como el aroma de tu cuerpo se había quedado impregnado en mi piel como queda el rocío impregnado sobre el césped en una linda mañana de verano haciéndole compañía.
Gracias, amor, por el obsequio más grande y hermoso que el amor mismo puede otorgar.
¡Ah! Qué maravilla ver tu rostro en ese preciso instante y después sentir como el aroma de tu cuerpo se había quedado impregnado en mi piel como queda el rocío impregnado sobre el césped en una linda mañana de verano haciéndole compañía.
Gracias, amor, por el obsequio más grande y hermoso que el amor mismo puede otorgar.
jueves, noviembre 08, 2007
Con dedicatoria
I
-Nunca me habían hecho el amor con tanto amor…- le dijo él mientras descansaba, y tomaba aliento. Ella recargada en su pecho y aún jadeante solo pudo cerrar los ojos y asentir con la cabeza, abrazarlo y volver a decirle con el lenguaje del cuerpo lo mucho que había esperado por ese momento sin esperarlo del todo.
Si ella decidió darle toda esa carga de papeles fué por que estaba más que segura que jamás lo volvería a ver. Llevaba un año sin verlo y definitivamente la maestría en Valencia no era exactamente un buen augurio de encuentro, y como la vida puede cambiar en cualquier momento decidió meter todo aquello en un sobre amarillo y enviárselo por correo.
Los mensajeros son más seguros, o por lo menos se cercioraría de que él aún viviera ahí.
-disculpe, buenas tardes, ¿vive aquí el señor Fernando Olivares?-
La mujer, con actitud desconfiada que le abre la puerta al mensajero solo mueve la cabeza…
-Te llegó esto- dijo la misma mujer,
-gracias mamá- dijo Fernando, y tomando aquel sobre un tanto abultado, con cara de sorpresa y emoción de niño, subió a su cuarto.
Al abrir el sobre y sacar el fajo de hojas supo quien podría habérselas enviado, comprobó sus sospechas solo con leer las primeras líneas:
Sé de la especial emoción que sientes por recibir una carta, y mas si se trata de cientos de ellas juntas… Esto es toda mi mente cuando estaba concentrada en ti, unas hojas mas son solo bocetos de una frustración y otras cuantas son la prueba de una nostalgia pura y dolorosa, esto es lo único que pude darte desde el momento en que comenzaste a formar parte de mi historia…todo esto es la recopilación de 6 años de recordarte diariamente, pensarte muchas veces y soñarte de vez en cuando. Ahora que me voy y que tengo garantizado el hecho de que no verás mi cara de vergüenza, puedo darte todo esto, espero que sirva para que dediques un minuto del día a la mujer que te amó con locura y a la que tuviste el honor de rechazar
Con la imprudencia y el arrepentimiento de siempre
Alicia
Las subsecuentes hojas lo mantuvieron pegado toda la noche, hoja tras hoja se iba revelando el frustrado amor y el dolor que provocó… no solo sorpresa, melancolía, tristeza, risas y hasta llanto le hicieron sentir a Fernando las humildes y pálidas hojas…
II
Alicia Guzmán, Alicia Guzmán, Alicia Guzmán… miles de veces buscó y preguntó por éste nombre. A los amigos mutuos de la preparatoria, a los conocidos, en Internet, en el directorio, y nada, solo la prueba de que ya no estaba, de que había partido quien sabe a donde y él sin poder decirle que ya lo había leído todo, que ya lo sabía y que no se fuera… otra vez…
-Dicen que la distancia es el olvido- comenta Alicia parafraseando una canción a un barman español, -eso de estudiar periodismo tiene sus desventajas ¿sabes?- Alicia estaba un poco ebria y no sabía lo que decía, usaba el alcohol para justificar la honestidad hacía si misma, dos años ya en España le habían hecho recordar las cosas que había dejado allá en su tierra natal y las cosas que quizá siguieran ahí sin moverse ahora que regresaría, y sin duda las cosas nuevas que ella llevaría, como la completa pérdida de fe en el amor y una vida de prolíficos, abundantes pero controlados excesos, libre y delimitada por su propia libertad…
Fernando nunca ha sido de los que lleva cosas inútiles en las maletas, y menos si se trata de un viaje tan largo como éste, además ¿para que querría aquel sobre amarillo en su nueva vida inglesa…? Seguramente para que sea una de las pocas cosas que podrá leer en español, lo que le haga recordar su lengua, después de todo, su licenciatura de lengua inglesa no lo es todo ¿o si? En el aeropuerto le dá una última revisada a su maletín de mano, y sí, ahí están, en primera fila, las hojas pálidas que le servirán de compañía.
La escala en Londres no suena muy conveniente, se dice Alicia, pero bueno, unas horas mas o unas horas menos para llegar a México después de tanto tiempo no serán mucho, pero es que ella odia hacer conexiones, y más si su fuerte nunca ha sido el inglés… maldito inglés, ¿a quien le recuerda?
No es demasiado, a fin de cuentas solo es una hora de espera antes de que salga la conexión Londres-York, puede darse un tiempo para almorzar y leer un poco, Fernando siempre ha disfrutado de una buena lectura con un poco de café.
-Perfecto, justo lo que me faltaba, la sala equivocada, ¿ por que nunca aprendí a hablar ingles?- Alicia tendría ahora que correr de un extremo a otro del aeropuerto Heltrow de Londres, su conexión saldría en 20 minutos y estaba completamente perdida, no le queda más que correr, correr, correr…
-Quizá no tome nada, sería pagar por el agua más cara de mi vida solo para poder fumar un cigarrillo- pensaba Fernando mientras veía correr a una mujer que de inmediato le pareció conocida. -¿Alicia?- ni siquiera le respondió a su pensamiento, todo lo que hizo fue correr, correr, correr…
-Por favor, que se retrase el vuelo, no me puede dejar… maldito idioma de mierda-
-Por favor no corras tan rápido, detente, ¿eres tu?
-Maldita sea que no puedo correr más rápido… estoy agotada, no voy a llegar
-Maldita sea ¿qué no me oyes?- ¡ALICIA!
Alicia se detuvo un poco por que sus piernas ya no daban más, un poco por que le pareció que algo la detenía, un grito tal vez… ¡ALICIA!... -¿escuché mi nombre?- ¡ALICIA, ESPERA!
-Se supondría que esto no debería de pasar… jamás te volvería a ver-
-Sí, lo supuse, pero ¿donde has estado?, te he buscado desde que recibí tu paquete-
-Precisamente por eso no nos veríamos nunca, ¿recuerdas mi cara de vergüenza?-
Ambos ríen nerviosamente, Alicia baja la mirada apenada para luego subirla y mirarlo a los ojos
-Has cambiado-
-Tú también…-
-Nunca me habían hecho el amor con tanto amor…- le dijo él mientras descansaba, y tomaba aliento. Ella recargada en su pecho y aún jadeante sólo pudo cerrar los ojos y asentir con la cabeza, abrazarlo y volver a decirle con el lenguaje del cuerpo lo mucho que había esperado por ese momento sin esperarlo del todo.
Alicia se levantó de la cama al sentirlo dormido, se vistió, recogió sus cosas, y le dio un beso en la frente, va de camino al aeropuerto, un avión con destino a México la espera… va retrasada y sólo tiene 20 minutos…
-Nunca me habían hecho el amor con tanto amor…- le dijo él mientras descansaba, y tomaba aliento. Ella recargada en su pecho y aún jadeante solo pudo cerrar los ojos y asentir con la cabeza, abrazarlo y volver a decirle con el lenguaje del cuerpo lo mucho que había esperado por ese momento sin esperarlo del todo.
Si ella decidió darle toda esa carga de papeles fué por que estaba más que segura que jamás lo volvería a ver. Llevaba un año sin verlo y definitivamente la maestría en Valencia no era exactamente un buen augurio de encuentro, y como la vida puede cambiar en cualquier momento decidió meter todo aquello en un sobre amarillo y enviárselo por correo.
Los mensajeros son más seguros, o por lo menos se cercioraría de que él aún viviera ahí.
-disculpe, buenas tardes, ¿vive aquí el señor Fernando Olivares?-
La mujer, con actitud desconfiada que le abre la puerta al mensajero solo mueve la cabeza…
-Te llegó esto- dijo la misma mujer,
-gracias mamá- dijo Fernando, y tomando aquel sobre un tanto abultado, con cara de sorpresa y emoción de niño, subió a su cuarto.
Al abrir el sobre y sacar el fajo de hojas supo quien podría habérselas enviado, comprobó sus sospechas solo con leer las primeras líneas:
Sé de la especial emoción que sientes por recibir una carta, y mas si se trata de cientos de ellas juntas… Esto es toda mi mente cuando estaba concentrada en ti, unas hojas mas son solo bocetos de una frustración y otras cuantas son la prueba de una nostalgia pura y dolorosa, esto es lo único que pude darte desde el momento en que comenzaste a formar parte de mi historia…todo esto es la recopilación de 6 años de recordarte diariamente, pensarte muchas veces y soñarte de vez en cuando. Ahora que me voy y que tengo garantizado el hecho de que no verás mi cara de vergüenza, puedo darte todo esto, espero que sirva para que dediques un minuto del día a la mujer que te amó con locura y a la que tuviste el honor de rechazar
Con la imprudencia y el arrepentimiento de siempre
Alicia
Las subsecuentes hojas lo mantuvieron pegado toda la noche, hoja tras hoja se iba revelando el frustrado amor y el dolor que provocó… no solo sorpresa, melancolía, tristeza, risas y hasta llanto le hicieron sentir a Fernando las humildes y pálidas hojas…
II
Alicia Guzmán, Alicia Guzmán, Alicia Guzmán… miles de veces buscó y preguntó por éste nombre. A los amigos mutuos de la preparatoria, a los conocidos, en Internet, en el directorio, y nada, solo la prueba de que ya no estaba, de que había partido quien sabe a donde y él sin poder decirle que ya lo había leído todo, que ya lo sabía y que no se fuera… otra vez…
-Dicen que la distancia es el olvido- comenta Alicia parafraseando una canción a un barman español, -eso de estudiar periodismo tiene sus desventajas ¿sabes?- Alicia estaba un poco ebria y no sabía lo que decía, usaba el alcohol para justificar la honestidad hacía si misma, dos años ya en España le habían hecho recordar las cosas que había dejado allá en su tierra natal y las cosas que quizá siguieran ahí sin moverse ahora que regresaría, y sin duda las cosas nuevas que ella llevaría, como la completa pérdida de fe en el amor y una vida de prolíficos, abundantes pero controlados excesos, libre y delimitada por su propia libertad…
Fernando nunca ha sido de los que lleva cosas inútiles en las maletas, y menos si se trata de un viaje tan largo como éste, además ¿para que querría aquel sobre amarillo en su nueva vida inglesa…? Seguramente para que sea una de las pocas cosas que podrá leer en español, lo que le haga recordar su lengua, después de todo, su licenciatura de lengua inglesa no lo es todo ¿o si? En el aeropuerto le dá una última revisada a su maletín de mano, y sí, ahí están, en primera fila, las hojas pálidas que le servirán de compañía.
La escala en Londres no suena muy conveniente, se dice Alicia, pero bueno, unas horas mas o unas horas menos para llegar a México después de tanto tiempo no serán mucho, pero es que ella odia hacer conexiones, y más si su fuerte nunca ha sido el inglés… maldito inglés, ¿a quien le recuerda?
No es demasiado, a fin de cuentas solo es una hora de espera antes de que salga la conexión Londres-York, puede darse un tiempo para almorzar y leer un poco, Fernando siempre ha disfrutado de una buena lectura con un poco de café.
-Perfecto, justo lo que me faltaba, la sala equivocada, ¿ por que nunca aprendí a hablar ingles?- Alicia tendría ahora que correr de un extremo a otro del aeropuerto Heltrow de Londres, su conexión saldría en 20 minutos y estaba completamente perdida, no le queda más que correr, correr, correr…
-Quizá no tome nada, sería pagar por el agua más cara de mi vida solo para poder fumar un cigarrillo- pensaba Fernando mientras veía correr a una mujer que de inmediato le pareció conocida. -¿Alicia?- ni siquiera le respondió a su pensamiento, todo lo que hizo fue correr, correr, correr…
-Por favor, que se retrase el vuelo, no me puede dejar… maldito idioma de mierda-
-Por favor no corras tan rápido, detente, ¿eres tu?
-Maldita sea que no puedo correr más rápido… estoy agotada, no voy a llegar
-Maldita sea ¿qué no me oyes?- ¡ALICIA!
Alicia se detuvo un poco por que sus piernas ya no daban más, un poco por que le pareció que algo la detenía, un grito tal vez… ¡ALICIA!... -¿escuché mi nombre?- ¡ALICIA, ESPERA!
-Se supondría que esto no debería de pasar… jamás te volvería a ver-
-Sí, lo supuse, pero ¿donde has estado?, te he buscado desde que recibí tu paquete-
-Precisamente por eso no nos veríamos nunca, ¿recuerdas mi cara de vergüenza?-
Ambos ríen nerviosamente, Alicia baja la mirada apenada para luego subirla y mirarlo a los ojos
-Has cambiado-
-Tú también…-
-Nunca me habían hecho el amor con tanto amor…- le dijo él mientras descansaba, y tomaba aliento. Ella recargada en su pecho y aún jadeante sólo pudo cerrar los ojos y asentir con la cabeza, abrazarlo y volver a decirle con el lenguaje del cuerpo lo mucho que había esperado por ese momento sin esperarlo del todo.
Alicia se levantó de la cama al sentirlo dormido, se vistió, recogió sus cosas, y le dio un beso en la frente, va de camino al aeropuerto, un avión con destino a México la espera… va retrasada y sólo tiene 20 minutos…
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